A propósito del cuento “El caballero de la armadura oxidada”, que leí durante estos días, encuentro que muchas veces andamos tan ocupados tratando de ser otras personas, que olvidamos conocernos a nosotros mismos, aceptarnos y amarnos realmente tal y como somos. Más que entrar a un análisis del tema del libro, quiero traer a colación una reflexión acerca de un instrumento muy importante que en el libro apenas se deja entrever y que puede acercarnos al conocimiento de ese yo interior, empujándonos a transitar por el “sendero de la verdad” que describe la obra: el sufrimiento con propósito.
Pero, ¿A quién le gusta sufrir? La respuesta es evidente. Todos respondemos: “A mí no”. Ninguno de nosotros quisiera experimentar el sufrimiento como camino para enfrentarnos al silencio, al conocimiento de sí mismo, a los miedos y a las dudas.